¡Gool! ¡Gool! He marcado otro gol. Es que soy fantástico en esto de jugar al futbol.
Mi amigo Pablito está un poco mosqueado, siempre entrenando y soy más bueno que él. La culpa la tiene el monitor que le hace competir hasta en días que no existen en el calendario y claro luego se le olvida cual es la portería a batir.
Hemos hecho una apuesta con el cole de al lado: los que ganen tendrán los columpios del patio para ellos solos durante una semana, sin molestar, sin tirar bolas de papel ni chorros de agua. No siento miedo, vamos a ganar porque sé que somos los mejores, además “Patalarga”, el goleador de los contrarios, lleva enfermo dos días, no puede jugar.
A principios de semana a “Patalarga” le dolía la tripa. En el recreo se puso a corretear, le llegó el balón, cuando ya veíamos la portería batida con su implacable puntería, levantó la pierna para lanzarnos su chute mortal y ¡¡¡pro-prooo, pro!!! un potente pedo torpedeó el patio y empezó a escurrírsele por las piernas un liquido chocolateado, maloliente y traidor –Buaa, buaa…- La seño lo socorrió. Llamaron a sus padres y se lo llevaron a casa. Es el virus de los cuatro días –diagnosticó el médico-. Pronto se extenderá por todo el cole si no ha empezado ya.
La cosa está caliente, vamos cuatro a ocho a nuestro favor. Hay que decir que tres niños del “Alhelí" se han ido al baño y no han vuelto aún. En el último pase me he tenido que detener un momento, los espaguetis de la comida no paran de dar vueltas en mi estomago, la verdad es que hasta el cole parece que se mueve de vez en cuando.
Pablito me advierte –creo que estás un poco blanco y chorreando ¿Te pasa algo?
Toma y tú, ¿te pasa algo a ti? –sigue la bola, no te quedes ahí embobado mirándome.
En diez minutos hemos suspendido el partido. Ocho bajas.
Me parece que la semana que viene no va a haber problemas con los columpios del patio. -Cuatro días de virus más dos de recuperación -han deducido en el cole.
En definitiva, esta es una de las cosas que tiene el futbol infantil, nos atrapa y convierte en pequeños niños mutantes durante cuatro días y pico aunque uno no quiera.