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ABUELA

ABUELA

Me alegro de veras que haya podido quedarme en casa de la abuelita. La pobre está algo sorda y se entera de las cosas al revés

-Abu, quiero la merienda

-Claro, no hay quien lo entienda- me dice viendo un programa de cotilleo

-¿Me puedo comer un bocadillo de jamón?

-Si, la culpa la tiene Ramón- lo señala con su mano

Es imposible, así que me voy a la cocina. Busco las magdalenas y me como una, dos, ocho, cinco…

-Ten cuidado Alvarito- me habla el friegaplatos- que te va a doler la barriga.

-Ah! No te preocupes, que no tienen espinas- le digo

-No, que te dolerá el estomago- insiste

-Claro que soy un niño mago, hago desaparecer las magdalenas- me echo a correr hacia mi cuarto. El pobre friegaplatos debe pensar que la sordera es cosa de toda la familia

En mi habitación heredada tengo peluches, coches, puzles, libros, pero lo que más me gusta es la maleta. Una maleta llena de cuentos. Cuando la abro empieza a soltar historias- Sabes, tu papá también se sentaba en esta alfombra.

Me pongo a los mandos y maleta y yo damos el grito:

-¡Iniciamos viaje al mundo de la fantasía!

2 comentarios

columna -

Las mejores abuelas han sido siempre las sordas, en éso estoy con Alvarito.

mi desierto -

Que bonito es tener una abuela que no te atosigue, que sabe que tu tienes tu propia vida, que no te obliga a leer los cuentos de tu padre.
Que bien se pasa, montado en el coche después de merendar, y cuantos sitios se visitan.