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RELOJ -CUATRO

RELOJ -CUATRO

Me despierto en la cama. Todo está oscuro. Quiero saber la hora, pero no veo reloj alguno. Siento el tiempo que vaga a la deriva por las rendijas de la habitación. No se si debo seguir durmiendo o es el desayuno lo que debo tomar.

Me viene a la memoria el abuelo que me ha enseñado a jugar con las horas:

 

-Son como invasoras que entran en tu casa. La ocupan y se adueñan de todo el tiempo que pasas en ellas. Hay que entenderlas. Dejarles dormir de día y jugar a destiempo. Entonces se van olvidando de ti y puedes acelerar o parar los momentos.

 

-¡Abuelo! ¡Abuelo! Que no encuentro la hora. –Grito desde la oscuridad de esta habitación en la casona del pueblo.

 

El abuelo se despereza y levanta. Lucha contra la sombra con su linterna mágica. Llega hasta mi cuarto disparando haces de luz y destellos. Posa su dedo sobre los labios mientras pide silencio:

 

-No despiertes al gallo que aún queda un buen rato hasta que nos levantemos.

 

-Pero no se que hora es –digo en un bostezo.

 

-Es que son altas horas de la madrugada. Horas en que los relojes se esfuman en alguna parte. Cierra los ojos, que la luz se escurrió hacia las estrellas. Descansa los oídos, que el cocodrilo se llevó el tic-tac de los malos. Sueña aventuras.

 

Entre el sopor subo a una saeta que cabalga resuelta. Alzo la mano y gritoooooo -¡Hacia el bosque de los árboles parlantes!...

 

1 comentario

Angelica -

Como siempre, estupendo