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Miélago

Miélago

La bruja Miélago prefirió serlo desde muy pequeñita, pues siendo una niña ya era más pequeña que los demás. Las personas pasaban a su lado y le pisaban o empujaban y ella se enfadaba muchísimo, gritaba y gesticulaba. Sus gritos dañaron la garganta y le provocó un timbre característico que es el que tienen las brujas. De tanto moverse no creció hacia arriba. Pudo haber sido el octavo enanito y ¡además chica! Le ofrecieron ir al colegio con los elfos o estudiar para amiga de Peter Pan, pero nada de nada.

Se relacionaba con ratas, sapos y algún que otro ciego a la verdadera belleza y todo esto hizo que vistiera engañada, como el emperador, que tuviera el genio de una madrastra y que se creyera el centro del universo perdida en el bosque que era lo único que conocía.

 

Mi mamá me dijo que era una bruja mala y me ha contado muchas historias de ella. Una cosa he aprendido, que no voy a dar muchos gritos ni pienso juntarme con sapos, ratas o animales raros no vaya a ser que se me pegue algo y si alguna vez la veo,  le pienso regalar una sonrisa por si la encuentra. 

 

 

2 comentarios

Esther -

Gracias Carmen.En este virtual word me alegro de encontrarte.

Carmen -

Hola preciosa, no sabía que tenias este rinconcito de tu corazón abierto a personas de buena voluntad.
Leerte ha sido una regresión a mi infancia, con esos cuentos infantiles que se nos van desdibujando en el recuerdo porque inexorablemente, estamos inmersos en un ciclo diferente de modismos.
Te dejo un gran abrazo y todo mi cariño. Sabiendo que andas por aqui, pasaré de vez en cuando con tu permiso, para recoger una pequeña dosis de utopía.
Te felicito tambien por ese primer premio bloguero.